Para el caso es lo mismo pues, estamos 99% seguros que, gane quien gane, será muy poco lo que se transforme. La Argentina cada vez nos hace acordar más a aquella frase de la película de Visconti El Gatopardo: “Algo debe cambiar, para que todo siga igual”. Un estilo distinto, una cara distinta, un “look” distinto, un discurso distinto, pero en el fondo, todo sigue igual.
Quizás los años, en muchos aspectos me han quitado el don de la ilusión, de la esperanza, o quizás a esta altura de mi vida, me engañan menos y ya no compro espejitos de colores.
¿Qué hubiéramos esperado a nivel Nacional? Muy sencillo. Alguien que gobierne y decida para
Tomasi di Lampedusa, el autor de El Gatopardo, se inspiró en la Sicilia del siglo XIX para escribir su libro luego filmado por Luchino Visconti, donde los nobles sicilianos se “adaptaban” a todo y duraban siempre manteniendo el poder. Esta región de Italia fue cuna de una de las organizaciones delictivas mas conocidas mundialmente.
La mugre de la política mal llevada y manejada en forma mafiosa, ensucia todo. Inclusive el deporte. El País no tiene política deportiva. Los éxitos llegan, casi de casualidad, por camadas de deportistas que, en forma aislada, logran objetivos impensados. La Selección de Básquet, Las Leonas, Los Pumas etc. son ejemplos de situaciones autónomas de cualquier política, casi accidentales.
El Deporte en la Argentina, en los últimos 20 años ha sido manejado desde las oficinas comerciales de un Multimedio y su asociado un canal de cable deportivo, los cuales digitan y “suben o bajan” el pulgar para decidir que es importante y que no lo es. ¿La pauta?, muy simple, todo aquello que les hace ganar dinero importa, todo lo otro, no. De este modo las desigualdades cada vez son mas grandes entre poderosos y el resto. Los distintos gobiernos han sido cómplices o testigos silenciosos de esta situación pues temen que les bajen el pulgar y expongan a la luz pública, alguna de sus tantas miserias. Nadie desde el sector político ha tenido, tiene o tendrá autoridad moral como para combatir esta situación. Todos tienen algún esqueleto en el ropero.
¿Sicilia? Un poroto al lado de esto.
Si esto fuera poco, en el fútbol de ascenso, esta mugre se ha derramado con violencia y rapidez, corrompiendo hasta los propios cimientos de los clubes.
Desde políticos que vuelcan en los clubes los dineros robados en su gestión, dirigentes que actúan como perritos falderos del poder, esperando que les pongan una galletita vieja en la boca y luego, salir contentos moviendo
Muy pronto va a ser mas negocio emitir Getafe – Albacete que Temperley – Los Andes, muy pronto los campeonatos los van a ganar aquellos que tengan de padrino al Empresario o al Político más corrupto, muy pronto la gente que quiere a los clubes de verdad va a perder las ganas de seguir peleando contra molinos de viento y las dirigencias solo van a estar integradas por políticos y sus perritos falderos.
¿Acaso nadie desde la política se pregunta porque motivo en los ’70 y en los ’80 los actos políticos convocaban multitudes y hoy, los candidatos presidenciales tienen que subir y arrear como ganado a unos cuantos cientos de personas compradas para “vestir” sus alocuciones públicas? ¿Acaso desde la conducción deportiva no son concientes que a la gente ya no se la puede manipular, que nadie es comprado con un éxito deportivo, que a nadie de buena cepa le gustan los ladrones y los corruptos?, ¿Acaso algunos dirigentes, periodistas y demás no son concientes que ellos NUNCA van a estar por encima de las instituciones? ¿No son concientes que el quiebre financiero de los clubes, y la consecuente dependencia cada vez mayor del financiamiento desde la corrupción es un camino de ida que conduce al desastre?
Sin dudas parece que no.
Nos toca lo que nos toca pues, por acción u omisión como ciudadanos hemos permitido todo esto. Nuestra apatía y desidia han sido el caldo gordo para que toda esta manga de corruptos y alcahuetes siga subsistiendo. Dolorosamente debemos asumirlo y solo desde allí algo podría empezar a cambiar. Debo ser honesto, soy absolutamente escéptico en este tema pues, como decía Roger Waters, para todos nosotros, después de todo, el resultado de esta elección solo será otro ladrillo en la pared.
Por eso, no importa si alguien lee esto antes o después de votar. Gane quien gane, nada cambiará, la fiesta de pocos seguirá su curso. Unos pocos ganan, y todos los demás, como siempre, perdemos.